Es éste un claro ejemplo del poder del ingenio aplicado con la máxima
sencillez. Enric Bernat, descendiente de una generación de fabricantes
españoles de caramelos, descubrió en el año 1958 que los dulces existentes por
entonces en el mercado resultaban poco adecuados para los niños. Invariablemente,
después de consumirlos sus manos quedaban pringosas y acababan por ensuciarse,
haciéndoles sentir incómodos a ellos y también a sus padres. Descubrió además
que el 67 % de los consumidores tenían una edad por debajo de los 16 años.
Pensó en un caramelo que gustara y convenciera tanto a los niños como a los
adultos. Deseaba encontrar una solución que fuera algo así como “comerse un
caramelo con tenedor”. La clave estaba en un palito de madera, que con el
tiempo se sustituyó por uno más higiénico hecho de plástico. Fue una idea
realmente simple, pero radicalmente diferente a todo lo que se podía encontrar
en aquellos años en el mercado español. Así nació el primer Chupa Chups, en
torno al cual Enric Bernat llevó a la práctica su idea de abandonar la fabricación de demasiados productos para
concentrase en uno sólo. Granja Asturias S.A. pasó a denominarse Chupa Chups
S.A.
Inicialmente,
los Chupa Chups se hacían a mano, formándose el caramelo en una pequeña y
perfecta esfera y envolviéndose cuidadosamente para su venta. Aún sin nombre,
el revolucionario caramelo comenzó a tener una espectacular demanda y Enric
comenzó a ver un prometedor futuro para su visionaria idea. Gracias a la
tecnología y a la adquisición de maquinaria, la producción de Chupa Chups
experimentó un fuerte impulso.
En 1969, Enric Bernat viaja a
Figueras para encontrarse con Salvador Dalí. Comen juntos y en menos de una
hora, el genial artista dibuja la base del logotipo de Chupa Chups: el nombre de
marca incrustado en el centro de una margarita. Por recomendación de Dalí y
para ganar visibilidad, el logotipo se sitúa en la parte superior del
envoltorio, en lugar de hacerlo en uno de los lados. Aunque lógicamente el
diseño ha ido evolucionando y modernizándose, el germen y la idea inicial,
partió de las manos del admirado pintor surrealista.
Enric Bernat también supo entender la importancia de las técnicas de
distribución y creó una compañía que se encargaría de esta tarea desde
Zaragoza, utilizando coches decorados que a modo de anuncios rodantes
recorrerían toda España suministrando el deseado caramelo. En cada una de las
tiendas, los Chupa-Chups estarían bien visibles junto a la caja y no escondidos
en cajas de cristal bajo el mostrador. Mientras tanto, en la radio, una
pegadiza cancioncilla ensalzaba las virtudes y ventajas del dulce invento y el
interés de los consumidores desbordaba todas las previsiones.
Los responsables de la marca han sabido ingeniárselas para aprovechar la
popularidad de personajes públicos consumidores habituales del inimitable
caramelo y también, para aumentar en gran porcentaje las ventas en determinadas
situaciones potencialmente favorables, como por ejemplo reaccionando a la
entrada en vigor de estrictas leyes anti-tabaco con la distribución masiva de
máquinas expendedoras de Chupa Chups en bares, restaurantes, aeropuertos y
centros de trabajo. Aseguran incluso sus responsables de marketing, que esas
dulces chupadas ayudan a reducir el estrés y a dejar el hábito del tabaco.
La empresa, que comercializa también los caramelos mentolados Smint, ha sufrido
una crisis provocada principalmente por las negativas consecuencias de la extensión
de su marca a variados mercados ajenos a la confitería (gafas de sol, relojes,
colonias, ropa…)
y por su costosa expansión al mercado asiático, y fue vendida en 2006 al
grupo italiano Perfetti Van Melle, pero mantiene su estructura y sede central en Cataluña.
Copyright fotografía
CHUPA CHUPS, S.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario