Ese anuncio buenísimo que nadie recuerda
- ¿Habéis visto el anuncio ese del coche que vuela por el espacio?
- Ah, sí, sí, es buenísimo
- ¿Cuál? Yo no lo he visto
- Sí hombre, el del coche ese nuevo que llega a la luna y…
- Pero ¿qué coche es?
- Pues…
- ¿Qué marca es?, ¿es un nuevo modelo que han sacado?
- Sí, no sé de Renault, o de Seat creo…
- No, no, yo creo que es más bien de Citroën; bueno no sé, no estoy muy
seguro. Pero el caso es que el anuncio es buenísimo, es increíble, no sé cómo
lo habrán hecho, con ordenador supongo…
Esta conversación, cambiando las marcas o productos de los que se trata,
se produce con bastante frecuencia en nuestro entorno cotidiano. Es muy
ilustrativa de un error habitual que conviene aclarar cuanto antes: lo que a
veces se percibe como un buen anuncio, no lo es. Por muy espectacular e
impactante que sea, por mucho dinero que se hayan gastado en hacerlo; un
anuncio, además de atraer y llamar la atención del espectador, debe cumplir su
primer y más básico objetivo: que la gente sea capaz de recordar la marca del
producto o servicio que se está
publicitando.
Ese anuncio buenísimo que casi
nadie entiende
Otro error frecuente de los publicitarios y sus clientes, es apostar por
anuncios de difícil o imposible comprensión por parte del espectador. A veces
se olvida que los consumidores no tienen demasiado tiempo ni especial interés
en descifrar el significado de un anuncio y que lo van a ver un número limitado
de veces. Aunque se busque en ocasiones provocar diversas interpretaciones, lo
cierto es que cuanto más claro y directo sea el mensaje de un spot, más posibilidades hay de que se
recuerde y cumpla sus objetivos.
Creatividad eficaz
En un mercado publicitario cada vez más competitivo, es una realidad que
los anunciantes valoran cada vez más la creatividad en sus campañas y así se lo
hacen ver a sus agencias. Se persiguen ideas que destaquen y se valoran el
ingenio y los planteamientos inteligentes. Por desgracia, el nivel creativo de
las campañas no siempre va acompañado de eficacia. En muchas ocasiones se pierde
de vista el verdadero objetivo de un anuncio publicitario, que no sólo debe ser
llamar la atención y destacar, sino que también tiene que ver con provocar el
deseo de consumo y estimular la compra de un determinado producto o servicio.
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