El poder del ingenio

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domingo, 18 de enero de 2015

Rubicam

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  Raymond Rubicam fue el pequeño de una familia de ocho hermanos y desde que tenía ocho años, ejerció en los más diversos y extraños trabajos para ayudar a su familia; mientras mantenía vivo su sueño de llegar a convertirse en escritor. Empezó a escribir relatos breves a la edad de dieciocho años y aunque todavía era muy joven, comenzó a presentarse a cualquier vacante de reportero que pudiera encontrar en la ciudad de Denver. Lo consiguió en el Philadelphia Inquirer. Mientras trabajaba en el periódico, envió dos de sus relatos a Gouverneur Morris, famoso escritor de la época. Aunque Raymond buscaba sólo consejo y orientación, consiguió mucho más: Morris le facilitó un curso de Lectura y Escritura “una de las cosas más generosas que un hombre podía hacer por un completo desconocido”, según Raymond reconocería tiempo después en su biografía. La paga de doce dólares a la semana, no era suficiente para sustentar sus ambiciones de casarse, por lo que decidió dejar el periódico y dedicarse a vender coches. No se le daba mal el oficio de la venta, pero no le gustaba demasiado. Supo entonces por primera vez del negocio de la publicidad, que le permitiría mantener una familia y a la vez satisfacer su intacta necesidad de escribir

  Su lema “resiste lo común” iba a impregnar todas sus ideas de comunicación y sus anuncios influirían positivamente a posteriores generaciones de publicitarios. En el año 1916 empezó su carrera como copywriter en F. Wallis Armstrong Company, mejorando su posición tres años más tarde en la agencia N.W. Ayer & Son, donde creó textos tan inolvidables y efectivos como el elegido para el fabricante de pianos Steinway: “El instrumento de Los Inmortales”, además de otras piezas originales y memorables para anunciar la propia agencia en The Saturday Evening Post, como el famoso texto que con el titular “The stranger at the gate” describe las barreras que desde los tiempos feudales encontraron los mercaderes a la hora de presentar e introducir sus productos y ofrece la llave que abre todas las puertas: el poder de la publicidad.

  En 1923, cofundó Young & Rubicam con John Orr Young. De sus creaciones en la agencia destaca su anuncio para la bebida Postum. Durante las negociaciones para ganar la cuenta de General Foods, a Raymond le preguntaron que producto de la empresa desearía anunciar, a lo que él respondió sin vacilar: “El más difícil”. El producto era Postum. La campaña ganó el premio a la más destacada del año y consiguió incrementar las ventas del producto, además de permitir a Young & Rubicam la posibilidad de anunciar otros productos de General Foods.

  Los anuncios aparecidos en la revista Fortune, para promocionar la propia agencia, como en el caso de “Impact” son también clásicos de la publicidad y contribuyeron a desarrollar la “revolución creativa” propuesta por Rubicam. En ese famoso mensaje, una fotografía en primer plano de un tremendo puñetazo al rostro en un combate de boxeo, sirve para establecer el paralelismo con el impacto publicitario de los anuncios de Young & Rubicam, que golpean directamente la habitual indiferencia del lector.Titulares como el elegido para la marca Squibb: “El ingrediente que no tiene precio de cada producto es el honor y la integridad de su creador”, se recordarán siempre como aportaciones estelares de Raymond Rubicam al mundo publicitario.

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