Una de las decisiones más importantes que se han de tomar en marketing
está relacionada con el nombre que ha de tener una empresa o un producto. No es
una elección que deba hacerse a la ligera, ya que tendrá importantes
consecuencias en la aceptación final de la marca. Es por ello que la
imaginación y el ingenio deben ponerse a trabajar para dar como fruto un nombre
atractivo, memorable y que a poder ser se relacione con el producto o servicio
ofertado. Si es fácil de leer y pronunciar en todos los idiomas, habrá ya mucho
terreno ganado.
Cuando el nombre ya viene dado por
imposición, tradición o cualquier otra circunstancia difícilmente variable y no
es demasiado atractivo o afortunado, habrá que centrar los esfuerzos creativos
en saber darle la vuelta para buscarle algún tipo de beneficio o característica
ventajosa. En muchas ocasiones, solamente un tratamiento humorístico podrá
convertir un nombre desafortunado en una marca que será recordada
positivamente.
Existen muchos otros casos, cada vez más en los últimos tiempos, en los
que el nombre deseado y finalmente elegido para bautizar una compañía o alguno
de sus productos, ya ha sido registrado en algún lugar con anterioridad,
imposibilitando así su nueva elección. En la Unión Europea, por ejemplo, están ya
registradas todas las palabras pronunciables de hasta cinco letras. Es por esa
razón por la que ya se empiezan a registrar marcas compuestas de dos o más
palabras.
Mención aparte merece el trabajo de investigación necesario para asegurarse
de que el nombre elegido no tiene connotaciones negativas o no presenta
fonéticas malsonantes o problemáticas en ningún país o en ningún idioma. Serán
necesarios esfuerzos creativos adicionales para lograr implantar nombres
alternativos que funcionen allí donde no pueda utilizarse el genérico elegido para el resto de escenarios.
Es el caso por ejemplo del modelo de coche Málaga de Seat, que no pudo
comercializarse bajo esa denominación en Grecia, donde la muy similar palabra
“malaka” se utiliza de forma generalizada como un grave insulto. Se optó
sabiamente por cambiar allí el nombre del modelo eligiendo Seat Gredos. No es
éste el único caso de soluciones alternativas para nombres claramente
inutilizables en algunos países. Mitsubishi Pajero fue bautizado en países de
habla hispana como Mitsubishi Montero y en países anglosajones, donde la
pronunciación era complicada, como Shogun. Hay otro rumor muy extendido acerca
de los problemas de comercialización del Chevrolet Nova en países de habla
hispana, donde los compradores podrían percibir un mensaje negativo al
ofrecérseles un coche que sencillamente “no va”. Aunque la anécdota es
divertida, parece que no es cierta y que el modelo se lanzó al mercado
latinoamericano bajo ese mismo nombre y con razonable éxito. Tampoco son reales
otras historias de marketing inventadas en torno a ingeniosos juegos de
palabras como por ejemplo Nescafé/No es café.
Casos de marcas incorporadas al lenguaje popular o “lexicalizadas” como
cuando pedimos a alguien “un Kleenex”, “el Tip-ex” o un “Post-it”, son éxitos
rotundos de las estrategias de marketing de algunas pocas y privilegiadas
empresas. Son las marcas que adquieren, por propia naturaleza, la calidad de
genéricos.
Mención aparte merece el caso de la tónica Schweppes. A pesar de luchar
contra un nombre complicado y un sabor poco atractivo, insistentes campañas
como la del anónimo “hombre de la tónica” consiguieron introducirla en el
mercado español.
En ocasiones, el nombre elegido afecta a decisiones de marketing tan importantes
como el propio lanzamiento del producto. La agencia Tiempo BBDO, adelantó el
estreno de su campaña para la marca de chicles Eclipse de Wrigley´s Trex,
haciéndola así coincidir con el día 3 de octubre de 2005, fecha de un
impresionante eclipse solar.
George
Eastman, patentó la marca Kodak en 1888. El nombre es corto, tiene fuerza y
resulta fácil de escribir, leer y recordar en todos los idiomas. Además, como
buen prototipo de marca, no significa nada.
Las cafeterías Starbucks toman prestado su nombre de un
personaje de “Moby Dick”, un marinero que amaba el café. El nombre Google hace
referencia al término “googol”, que define un número compuesto de un uno
seguido de cien ceros, como símbolo de la inmensidad en la información.
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