En realidad, técnicamente, el término subliminal hace referencia a lo que llega a nuestra mente por debajo del nivel al que podemos detectarlo o percibirlo de manera sensorial, bien sea por la vía visual, o bien por el oído o el olfato.
Cuando se habla de publicidad subliminal, es de sobra conocido un experimento realizado en los años cincuenta en un cine de Nueva Jersey. James Vicary, un investigador de mercados, aseguró haber intercalado mensajes subliminales que se colaban imperceptiblemente en fracciones de segundo entre los planos de Kim Novak, para sugerir el consumo de Coca Cola y palomitas.
Los resultados obtenidos parece que arrojaban un espectacular aumento de las ventas de estos productos en el propio cine. El clamor popular contra este tipo de acciones por su potencialidad manipuladora no se hizo esperar, pero el interés y la fascinación que estos mensajes subliminales provocan es evidente, como lo demuestra el gran éxito de la obra de Vance Packard publicada en 1957, “Los persuasores ocultos”.
Hay otros casos menos conocidos, pero igualmente interesantes. Algunos miembros de la Universidad de Leicester experimentaron con la música y su influencia en las decisiones de compra. En un supermercado, los consumidores elegían un alto porcentaje -casi el 80%- de botellas de vino francés si la música que escuchaban por megafonía era francesa y se decantaban por la estantería de vino alemán en más de un 70% de las ocasiones cuando era de esta nacionalidad la música ambiental. Los clientes ni siquiera prestaban atención a la música, o quizás de forma muy vaga, ya que sólo uno de cada 44 la mencionaba como razón de su compra al ser preguntados a la salida.
No son las únicas imágenes
engañosas que han sido utilizadas para impactantes campañas. La marca alemana
de coches Audi desarrolló para su modelo A6 una campaña de televisión con
imágenes imposibles del tipo de las famosas concepciones de M.C.Escher.
Aunque el contenido subliminal
de estas creaciones puede ser discutible, su poder de atracción es
incuestionable.
Algunos autores sostienen que
este tipo de publicidad construida en torno a conceptos o ideas que no se
muestran abiertamente, sino de un modo cifrado, tienen una influencia grande a
largo plazo en el comportamiento de los individuos. El psicólogo y escritor Max
Sutherland, por ejemplo, compara estos anuncios con la ligereza de las plumas
de ave. Una pluma que cae sobre la cabeza de alguien no provoca ningún efecto,
pero de manera acumulada y continua sí lo harán y como es evidente, una
tonelada de plumas pesa tanto como una tonelada de acero.
Este tipo de sugestión se ha
utilizado también para ayudar a perder peso, a dejar de fumar, a rendir más en
los estudios… Los resultados son muy positivos e interesantes, pero la
percepción negativa de lo subliminal por su poder sugestivo, aunque sea con
fines positivos, parece frenar el desarrollo de estas técnicas.
Para entender más de marketing y publicidad, descubre "El poder del ingenio"
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